En aquella ruta que solía transitar rumbo a mi trabajo pasaba la vida.
Recuerdo a un niño de unos 10 años llevando a una niñita de no más de 7 en una bicicleta desvencijada, sorteando los autos, los colectivos y los camiones …en un recorrido que seguramente hacían todos los días para llegar a la escuela. Ambos con guardapolvos blancos raídos, zapatillas rotas y los cuadernos bajo el brazo.
Esa mañana en medio de la ruta rodaron dos manzanas, yo venía manejando detrás de ellos. Recuerdo que detuve mi auto de inmediato con las luces de las balizas. Ellos retrocedieron y haciendo acrobacia lograron recuperar, lo que seguramente sería su única ingesta de aquel día. Con amplias sonrisas y complicidad me miraron felices de recuperar sus manzanas…
Escena que no pudieron atesorar los automovilistas que dedicaron ese momento a insultarme con todas sus fuerzas y virilidad contenida. Creo que ya desde entonces el apodo de loca es el que mejor me sienta! ..brindo por eso!
Bien hecho, por ese intercambio de miradas, bien podía soportar la pitada.
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so esos instantes que nos definen
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